martes, 3 de junio de 2014

Escuadras exitosas, escuadras derribadas


En el fútbol hay dos opciones: crear y mantener o crear y desmantelar. Suele darse más la segunda. Si un equipo funciona, los dirigentes se frotan las manos por el éxito asegurado (resultados, títulos y traspasos). Aunque también deberían ponerse a temblar, porque la desmantelación de una escuadra suele conllevar el final de un ciclo triunfal. Como el que parece avecinarse en el Atlético este verano.
El Atlético, antes de un partido en San Mamés. Foto: clubatleticodemadrid.com
Después de unos cuantos años de dedicación y educación para que unos jugadores puedan jugar de memoria, como si fueran piezas de tetris que encajan a la perfección en el tablero, seguro que viene alguien, o algunos, y se cargan la partida gracias a ofertas económicas mayores. Ley de la oferta y la demanda, tampoco es nada nuevo.

Así ha sido siempre. Así apunta a que ocurrirá en el Atlético, quien ve cómo jugadores imprescindibles para Diego Simeone acaparan las agendas de otros clubes: Courtois, Miranda, Filipe Luis, Godín, Koke, Costa... Nada nuevo. El Ajax de Louis Van Gaal es, probablemente, uno de los grandes ejemplos. Tras besar la Copa de Europa de la campaña 1994-95, acabando ni más ni menos que con el ciclo del Milan de Fabio Capello, el equipo ajacied fue repartiendo por ahí sus fichas. Del entrenador al delantero que marcó en la final, entonces un joven y desconocido Kluivert, todos fueron marchándose de forma progresiva. El Barcelona, ahora (y durante muchos años atrás) generador de un fútbol de cantera envidiable, fue coleccionando cromos humanos de fútbol: desde el cuerpo técnico, con Louis Van Gaal al frente, Reiziger, los hermanos Frank y Ronald de Boer, Litmanen, Bogarde, Kluivert, Overmars y hasta Davids vistieron la camiseta azulgrana. Poco a poco, no de golpe por cierto.  Otros, como Kanu, Seedorf, Finidi y hasta Musampa y Oulida, que no pintaban demasiado, vieron mundo tras aquella época, con tres Eredivisies, una Liga de Campeones y otra final. Así acabó el equipo que enamoró a Pep Guardiola, el que siempre dijo que le asombró.

Ejemplos como este hay muchos. Por aquellos días, en la temporada 1995-96, había un equipo francés que pulía y abrillantaba rivales con facilidad en la Copa de la UEFA. No contaba con ninguna estrella, pero curiosamente muchas de ellas aparecieron y se consolidaron en esa competición, en la que cayeron el Betis o el Milan, todopoderoso todavía en aquellos días en los que George Weah era su líder. En la final, el Bayern de Múnich impuso la lógica de entonces. Pero ahora, visto con perspectiva, ver perder a un equipo liderado por Zinedine Zidane (con pelo… con pelo largo, además), Lizarazu, Dugarry y hasta Witschge, suena extraño. Éstos eran los líderes de aquel equipo, y acabaron en la Juventus, el Athletic, el Milan y el Ajax, respectivamente. Los tres primeros fueron vitales en la Francia campeona del mundo y de Europa, y otros como Huard (Hércules) o Dutuel (Celta) aprovecharon la coyuntura y firmaron apetitosos contratos.
También acabó en los huesos el Oporto de José Mourinho. Que se lo digan a Víctor Fernández, sustituto del luso cuando se marchó al Chelsea, recién levantada la Liga de Campeones del curso 2003-04. Ferreira, Carvalho, Costinha, Maniche, Deco… Y porque Jorge Costa y Vitor Baia ya eran veteranos, que si no hubieran aprovechado seguramente aquella oportunidad. Tras ganar una Copa de la UEFA y una Copa de Europa, entre otros trofeos, aquel equipo se quedó en nada. Por cierto, en la final de la máxima competición continental estaba el Mónaco de Deschamps, con Morientes, Evra, Giuly, Prso y Squillaci, quienes no tardaron en marcharse.

A nivel nacional, hay que destacar de nuevo al Atlético de Madrid, pero a aquel que descendió en la temporada 1999-2000. Iba a ser el mejor de la historia, y resultó ser el peor. Sin embargo, si se observa la lista de jugadores que acabaron triunfando en otros equipos, el asunto asume una cierta gravedad: Molina, Capdevila, Valerón (fueron al Deportivo triunfal), Baraja, Hasselbaink, José Mari, Solari, Pablo García, Toni Jiménez, Ayala, Gamarra, Mena, Venturin, Chamot, Correa… entre otros. Una salvajada, pues pocos siguieron. El Mallorca no descendió, pero con Héctor Cúper disputó, y perdió, una Copa del Rey ante el Barcelona y una Recopa ante la Lazio. De aquellos días, no se sabe muy bien si decir triunfales porque no se ganó nada en los ejercicios 1997-98 y 1998-99, quedará el recuerdo de Roa, Marcelino, Iván Campo, Stankovic, Lauren, Ibagaza, Carlitos o Dani. Muchos de ellos se fueron, como el entrenador. 

Incluso en el Valencia han sufrido en varias ocasiones. Tras clasificarse (y por desgracia perder) la final de la Liga de Campeones en 2000, llegó el momento de que volaran poco a poco estrellas como Mendieta, Farinós o entrenadores como Héctor Cúper. Luego, más adelante, el club pagó sus excesos con el traspaso de Villa, Mata, Silva o Albiol, por poner unos ejemplos. Y es que, cuando el éxito aparece, las ofertas también. Bueno, y los mareos, las dudas, las noches en vela y el margen de error, que suele ser escaso. Porque hay que escoger bien qué propuesta aceptar. 

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