En el
fútbol hay dos opciones: crear y mantener o crear y desmantelar. Suele darse
más la segunda. Si un equipo funciona, los dirigentes se frotan las manos por
el éxito asegurado (resultados, títulos y traspasos). Aunque también deberían
ponerse a temblar, porque la desmantelación de una escuadra suele conllevar el
final de un ciclo triunfal. Como el que parece avecinarse en el Atlético este verano.
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El Atlético, antes de un partido en San Mamés. Foto: clubatleticodemadrid.com |
Así ha
sido siempre. Así apunta a que ocurrirá en el Atlético, quien ve cómo jugadores imprescindibles para Diego Simeone acaparan las agendas de otros clubes: Courtois, Miranda, Filipe Luis, Godín, Koke, Costa... Nada nuevo. El Ajax de Louis Van Gaal es, probablemente, uno de los grandes
ejemplos. Tras besar la Copa de Europa de la campaña 1994-95, acabando ni más
ni menos que con el ciclo del Milan de Fabio Capello, el equipo ajacied fue
repartiendo por ahí sus fichas. Del entrenador al delantero que marcó en la
final, entonces un joven y desconocido Kluivert, todos fueron marchándose de
forma progresiva. El Barcelona, ahora (y durante muchos años atrás) generador
de un fútbol de cantera envidiable, fue coleccionando cromos humanos de fútbol:
desde el cuerpo técnico, con Louis Van Gaal al frente, Reiziger, los hermanos
Frank y Ronald de Boer, Litmanen, Bogarde, Kluivert, Overmars y hasta Davids
vistieron la camiseta azulgrana. Poco a poco, no de golpe por cierto. Otros, como Kanu, Seedorf, Finidi y hasta
Musampa y Oulida, que no pintaban demasiado, vieron mundo tras aquella época,
con tres Eredivisies, una Liga de Campeones y otra final. Así acabó el equipo
que enamoró a Pep Guardiola, el que siempre dijo que le asombró.
Ejemplos
como este hay muchos. Por aquellos días, en la temporada 1995-96, había un equipo
francés que pulía y abrillantaba rivales con facilidad en la Copa de la UEFA.
No contaba con ninguna estrella, pero curiosamente muchas de ellas aparecieron
y se consolidaron en esa competición, en la que cayeron el Betis o el Milan,
todopoderoso todavía en aquellos días en los que George Weah era su líder. En
la final, el Bayern de Múnich impuso la lógica de entonces. Pero ahora, visto
con perspectiva, ver perder a un equipo liderado por Zinedine Zidane (con pelo…
con pelo largo, además), Lizarazu, Dugarry y hasta Witschge, suena extraño.
Éstos eran los líderes de aquel equipo, y acabaron en la Juventus, el Athletic,
el Milan y el Ajax, respectivamente. Los tres primeros fueron vitales en la
Francia campeona del mundo y de Europa, y otros como Huard (Hércules) o Dutuel
(Celta) aprovecharon la coyuntura y firmaron apetitosos contratos.
También
acabó en los huesos el Oporto de José Mourinho. Que se lo digan a Víctor
Fernández, sustituto del luso cuando se marchó al Chelsea, recién levantada la
Liga de Campeones del curso 2003-04. Ferreira, Carvalho, Costinha, Maniche,
Deco… Y porque Jorge Costa y Vitor Baia ya eran veteranos, que si no hubieran
aprovechado seguramente aquella oportunidad. Tras ganar una Copa de la UEFA y
una Copa de Europa, entre otros trofeos, aquel equipo se quedó en nada. Por
cierto, en la final de la máxima competición continental estaba el Mónaco de
Deschamps, con Morientes, Evra, Giuly, Prso y Squillaci, quienes no tardaron en
marcharse.
A nivel
nacional, hay que destacar de nuevo al Atlético de Madrid, pero a aquel que descendió en la temporada
1999-2000. Iba a ser el mejor de la historia, y resultó ser el peor. Sin
embargo, si se observa la lista de jugadores que acabaron triunfando en otros
equipos, el asunto asume una cierta gravedad: Molina, Capdevila, Valerón
(fueron al Deportivo triunfal), Baraja, Hasselbaink, José Mari, Solari, Pablo
García, Toni Jiménez, Ayala, Gamarra, Mena, Venturin, Chamot, Correa… entre
otros. Una salvajada, pues pocos siguieron. El Mallorca no descendió, pero con
Héctor Cúper disputó, y perdió, una Copa del Rey ante el Barcelona y una Recopa
ante la Lazio. De aquellos días, no se sabe muy bien si decir triunfales porque
no se ganó nada en los ejercicios 1997-98 y 1998-99, quedará el recuerdo de
Roa, Marcelino, Iván Campo, Stankovic, Lauren, Ibagaza, Carlitos o Dani. Muchos
de ellos se fueron, como el entrenador.
Incluso en el Valencia han sufrido en varias ocasiones. Tras clasificarse (y por desgracia perder) la final de la Liga de Campeones en 2000, llegó el momento de que volaran poco a poco estrellas como Mendieta, Farinós o entrenadores como Héctor Cúper. Luego, más adelante, el club pagó sus excesos con el traspaso de Villa, Mata, Silva o Albiol, por poner unos ejemplos. Y es que, cuando el éxito aparece, las
ofertas también. Bueno, y los mareos, las dudas, las noches en vela y el margen
de error, que suele ser escaso. Porque hay que escoger bien qué propuesta
aceptar.
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