sábado, 1 de marzo de 2014

Teacher Pires

A Robert Pires le encantan los Ferrari, tal vez porque son como él. Elegantes, imperecederos, veloces y técnicamente perfectos. Carrocería impoluta, acabados niquelados, rugidos de motor atronadores. Cada mañana, los jóvenes jugadores del Arsenal dan buena fe de ello, porque a pesar de sus 40 años, sigue dando lecciones de clase futbolística en los entrenamientos de los gunners.


Foto: Juan Martí / El Mundo de Castellón

No busca equipo, pero tampoco se retira. Una fantástica paradoja. Sigue activo, acudiendo a las instalaciones del club londinense todos los días, manteniendo la rutina como en sus años de esplendor... los cuales no han desaparecido. Arsène Wenger ve con buenos ojos que uno de sus alumnos más aventajados siga dando clases particulares a los más jóvenes, con los que es una especie de profesor de repaso. Y en eso está Pires, entrenando, aconsejando, apoyando al Arsenal, donde vivió sus años de esplendor.

El centrocampista mantiene intacto su motor, como un buen Ferrari. Cuando lo acciona y acelera, el asfalto sufre un movimiento sísmico. En agosto estaba viendo un encuentro amistoso en las preciosas islas de Grecia, cuando los integrantes del Storm Rafina, que iba perdiendo, le pidieron que dejara de comer pipas y se calzara las botas. Remontaron y ganaron al Mykonos. Meses después, en el homenaje a Marcos Senna, evidenció que es un bólido en perfecto estado de revista.

Y es que los futbolistas fastuosos perviven. Sigue con el frac puesto en cada partido, con la equipación por encima y las botas por zapatos. Suena la música, para el balón, ahora le da una vuelta, ahora acelera, ahora marca, ahora regala un gol. Así siempre, cuando comenzaba a ganarse los focos en el escenario verde en el Metz o el Olympique de Marsella, o cuando tuvo que decidir si hacer caso a sus instintos sentimentales o cerebrales.

¿Real Madrid o Arsenal? "Tuve que escoger. Elegí el Arsenal porque Wenger me llamó muchas veces para contarme su proyecto. Siempre quise entrenar con él, desde pequeño, ya que es el mejor entrenador de Francia y uno de los mejores del mundo... Estoy muy orgulloso de que el Madrid me quisiera en su momento. Me hice una foto con la camiseta del Madrid y todo. Era mi equipo de pequeño, en la Copa de Europa lo veía porque quería ser como Míchel. Él y el Madrid eran únicos", respondía a quien redacta estas líneas hace años.

No fue una mala elección la del conjunto gunner. Vivió la última era dorada de la entidad, formó parte de The Invincibles, aquella generación impecable con Henry, Bergkamp, Edu, Gilberto Silva, que ganó dos Premier Leagues (uno de ellos sin perder ningún partido durante la temporada con 26 victorias y 12 empates), llegando a sumar 49 encuentros seguidos sin caer, y una FA Cup. Incluso, pudo haber alzado una Liga de Campeones, si no fuera porque el todopoderoso Barcelona de Rijkaard y Ronaldinho aparecieron en la final de París en 2006.

Justo ahí, en un instante tan solemne, con los sentimientos cayendo como gotas de agua como aquella lluvia de ese día de mayo, Robert Pires decidió abandonar el Arsenal y firmar por el Villarreal. "Fui sustituido a poco de comenzar el partido por la expulsión de Lehmann", recuerda, antes de pisar a fondo: "Aprendí mucho de Wenger, y lo que pasó en la final son cosas que pasan. Me dolió, es verdad, pero es mejor hablar del trabajo que hice con él. Es el mejor entrenador de Inglaterra y del mundo. Aquello fue difícil pero lo acepté y lo olvidé".

A la afición del Arsenal no se le borró de su cabeza el portador del dorsal 7, por mucho que se marchara a otra institución. En 2009, en la Liga de Campeones y con la camiseta del Villarreal, los seguidores gunner ovaciaron en el Emirates Stadium, el nuevo Highbury, a su ídolo, a aquel que llegó a ser el mejor jugador de la Premier vestido con la camiseta roja y las mangas blancas. Es imposible eliminar de los recuerdos a los iconos. A los creadores de sueños. A los maestros que siguen dando lecciones. Y Pires es uno de ellos.

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